Pantano

Lágrimas de mujer-cocodrilo

¿Por qué llora el cocodrilo?

Desde hace varios meses, Inés Verdugo comparte su vida con un cocodrilo. A veces, el cocodrilo merodea por las habitaciones, y en muchas ocasiones, permanece inmóvil en contemplación. El cocodrilo acompaña a Inés en sus procesos creativos y en sus actividades cotidianas. “Antes vivía en un estuario,” le susurra al oído, “donde las aguas dulces se juntan con el mar salado. Ahora vivo en un pantano: entre el agua estacionada y mis lágrimas saladas se encuentra la entrada al inframundo.” Cuando lo sostiene entre sus brazos, con las fauces abiertas y las piernas tensas, la artista se transforma en mujer-cocodrilo.

¿No es la lluvia la que fecunda?

En un zoológico en Costa Rica, aislada de otros ejemplares de su especie, vive la virgen-cocodrilo. Este verano puso 14 huevos, uno de los cuales contenía un feto perfectamente formado que, aunque no logró nacer, poseía 99.9% del material genético de su madre. La virgen-cocodrilo se embarazó en soledad, sin compañía, impulsada por el deseo de reproducirse. Es el primer caso registrado de partenogénesis facultativa en la familia Crocodylidae –para algunos, un milagro de autoconservación; para otros, una anomalía de temporalidad jurásica.

Yo tampoco sé por qué llora el cocodrilo.

El cocodrilo de Inés se ha convertido en un “objeto transicional.” Como en sus proyectos anteriores, la artista se vincula con un elemento material a través de procesos de escucha activa e imaginación, para liberarlo de su vidas previas y dotarlo de historias propias y relacionales. Para desarrollar estos nuevos relatos, la artista presta atención a su objeto transicional y toma nota de las memorias, cuentos y deseos que le susurran al oído. En Pantano, Inés se concentra en una pieza de taxidermia para desentrañar la dimensión simbólica de la figura del cocodrilo y volver a tejerla con una aguja de croché. Las obras que componen la exhibición registran el nacimiento y desarrollo de la mujer-cocodrilo, funcionando como una segunda piel compuesta de coloridas escamas de croché.

Si a mi no me vieran mis hijos, yo también lloraría.

Con sus poderosas mandíbulas, los cocodrilos no mastican, sólo muerden y tragan, sacudiendo a sus presas hasta hacerlas pedazos. Las fauces de una madre-cocodrilo son a la vez cámaras de transporte y máquinas trituradoras. Para desplazar a sus recién nacidos, la madre-cocodrilo los acoge dentro de su boca. Abierta es un lecho seguro; cerrada, un túnel sin salida.

En fin. Yo sigo sin saber por qué llora el cocodrilo.

En Pantano, las manos se convierten en garras y los hocicos en labios. La nueva vida del cocodrilo de Inés se despliega a lo largo de la exhibición. Guiños al concepto materno del psicoanálisis lacaniano entran en diálogo con un mensaje de urgencia ecológica planetaria: la madre naturaleza, con su gran boca de cocodrilo, puede devorar a sus hijos en cualquier momento. A través de sus párpados invertidos y transparentes, el cocodrilo llora. Quizás por sus memorias salvajes que se resisten a ser domesticadas. Quizás por el estrago materno que lo mantiene en vigilia entre el agua y la tierra. Seguramente, por su propia supervivencia.

Paulina Ascencio Fuentes e Inés Verdugo*
Septiembre 2023


*Los títulos de cada sección provienen de las libretas de notas de Inés Verdugo y funcionaron como catalizadores de ideas. Por lo tanto, este es un texto realizado en colaboración.

MONÓLOGO DEL COCODRILO
2023
Lana, metal, madera y freno de caballo
69 x 30 x 158 cm

EL DÍA TIENE MÁS DE MIL BOCAS
2023
Lana y madera
154 x 24 x 44 cm

UNA FORMA DE DESPEDIRME
2023
Lana, estribo, madera y tela
151 x 48 x 30 cm

APEGOS FEROCES
2023
Lana, tela, madera y resina
207 x 74 x 43 cm

UN ROSTRO EN CONTRA
2023
Lana, madera, tela Sinamay
181 x 45 x 15 cm

COCODRILOS EN EL ESTANQUE
2023
Lana y madera
159 x 19 x 28 cm

ZANCADILLA
2023
Lana y estribo
16 x 14 x 15 cm

SERES EXTRAÑOS
2023
Lana, madera y resina
117x 36 cm
Foto: Cortesía de Galería Segismundo